.
No sabían como llamarlo.
A veces le decían Carlo,
y a veces, con voz perpleja,
eso que parece almeja.
Encogido el corazón
ninguno en verdad sabía
si el chico ostra algún día
rompería el caparazón...
"Pss. Carlo, ¿qué le has pedido a Santa?"
"Nada... que me enseñe a confiar"
Qué fue... del autor de la obra
Hace 11 años
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